miércoles, 24 de abril de 2013


La realidad es que la última palabra la tenemos  los consumidores  al comprar, quizás no lo hacemos  conscientes del serio impacto del sector ambienta de la industria textil sobre el planeta.




La moda instintivamente nos lleva a “casarnos con la multitud” a identificarnos con ella, nos atrae. Pero está en nuestras manos que “la sociedad no sea un desierto”, no puede ser un desierto de hombres, sino un oasis, lleno de posibilidades, de “solucionadores de problemas”, así define un psiquiatra humanista español y contemporáneo al hombre, como solucionador de problemas…
Y no su contrario, “provocador de problemas”, ya que de esta forma el ser humano…no se realiza.  Ayer hablaba de que el vestido no da la felicidad pero su uso sí, los estados de ánimo, que indudablemente produce la indumentaria en nosotros, hacen al mundo mejor y a  los demás también.
Con nuestra imagen personal logramos  que el mundo no sea un “desierto de hombres”, como lo definía Baudelair.




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